jueves, 3 de octubre de 2013

CAPÍTULO 37
EL VINO CON AGUA DE SELTZ

Las mil precariedades de la larga posguerra española no eliminaron el uso del vino en las comidas de mis compatriotas. Ni el vino a otras horas en los bares o en las casas. Pero, eso sí, el vino no era exactamente y en puridad vino sino vino bastante aguado. Tampoco eran embotellados y de marca, con sus etiquetas y denominaciones de origen como en la actualidad. Era siempre vino de barrica o sea de la casa. Todos recordamos esos grandes barriles de madera, colocados en establecimientos y en el exterior de ellos, con su grifo en la parte inferior. Era vino de mediocre calidad por las mezclas que muchas veces sufrían y, sobre todo, por el agua que le servía de fiel y eterna compañera. Aunque, según los sitios, bien conocidos por el público, los había mejores, peores e intomables.

En la mayoría de los hogares hispanos se solía ir a un establecimiento de venta de vinos, que podía ser una bodega o un bar, provisto de una botella de vidrio de un litro, más o menos. Esta tarea recaía con frecuencia en el chiquillo de la casa que a la orden de hala, pepito, coge la botella y vete a por el vino salía a la carrera hacia el establecimiento próximo en el que hacia esa compra. Allí el bodeguero o el tabernero, generalmente ante la presencia de algún cliente y contertulio que empinaba el codo en directo, le llenaba la botella abriendo el grifo de una de las barricas. El chaval regresaba  a casa y entregaba la botella a su padre o a su abuelo.

Una de las formas más populares de tomar el vino en las comidas era mezclarlo con agua de seltz. En todas las casas había un sifón con esta clase de líquido bebible. El sifón, del que se proveían igualmente en el mismo establecimiento que el vino, era un recipiente de cristal fuerte, normalmente algo coloreado, con un dispositivo en su parte superior o cabeza que permitía, actuando sobre una especie de palanca tipo gatillo, lanzar por una boquilla agua de seltz. Ésta, que tenía algo de gas y salía con fuerza, se echaba sobre un vaso o sobre una jarra con vino produciendo así una bebida algo espumosa y de sabor bastante agradable.


Otra variante tradicional y muy casera era utilizar gaseosa, en vez de seltz, para mezclar con el vino. El vino con gaseosa, bebida ésta muy popular por todas partes, era y sigue siendo una muy agradable forma de tomarlo en las comidas caseras. 

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