CAPÍTULO 34
LA MESILLA DE NOCHE Y EL ORINAL
Otra costumbre, posiblemente muy antigua, que
perduró hasta el final de los cincuenta, siempre en función de la instalación
de cuartos de baño en las viviendas y de
las nuevos hábitos de la población, fue el tener un orinal o bacinilla en el
interior de las mesillas de noche. Se trataba, obviamente, de aquellas mesillas
que aparte de uno o dos cajones en la parte superior, disponían de un hueco mayor con su correspondiente puerta, en
la parte inferior.
El objeto de ese pequeño compartimento en la
mesilla de noche era el de meter en él ese orinal y mantenerlo oculto con la
puerta cerrada. De ese modo, durante la noche, e incluso al despertarse, quien
dormía en esa habitación lo podía utilizar. Por la mañana, el ama de casa al
arreglar la habitación lo vaciaba y lavaba, colocándolo de nuevo en el mismo
sitio.
Esto podía tener su origen, posiblemente, en las
muchas viviendas de esos años, en las que no existía cuarto de baño en el
interior del hogar y sí un simple wáter en el exterior. Solía estar, en estos
casos, en un pequeño cuartito en la galería del piso, adosado a la casa en el
patio si disponía de él o, incluso, algo alejado en el jardín o en la huerta en
las casas rurales. En todos estos casos quienes dormían en la casa tenían que
salir al exterior de la misma, en caso de tener que orinar. De ahí la costumbre
citada en la mesilla de noche. Por extensión, esta forma de proceder se pudo
haber adoptado para otros muchos casos.
La costumbre, evidentemente poco higiénica,
estaba en línea con otras muchas propias de un tiempo en que tanto la higiene
corporal, como los medios para poder mantenerlo bien, eran muy precarios para
una gran parte de la población española.
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